La vida es una tombola, tom, tom tombola…
Varias generaciones han visto crecer en las pantallas a Marisol, la niña prodigio del cine español.
La gallina de los huevos de oro, para algunos y también por qué no decirlo… el instrumento del franquismo con una finalidad muy concreta, ser un modelo para las generaciones venideras.
Nacida el 4 de febrero de 1948, en el número 10 de calle Refino, en un corralón típicamente malagueño en el que convivían más de cincuenta familias. Hija de Juan Flores Montoro y de María Cayetana González Moriana, pertenecía a una familia muy humilde y ya desde pequeña destacaba por su enorme afición por el cante y el baile flamenco.
Descubierta a los 11 años por el productor Manuel José Goyanes durante una actuación en un programa de televisión, en 1960 protagonizó películas como Un rayo de luz, Ha llegado un ángel, Tómbola o Cabriola, bajo la dirección de Mel Ferrer. Lo que vino después, con su “descubrimiento” por parte de la familia Goyanes y su “seudo adopción” por parte de su descubridor Manuel Goyanes es también un relato de terror si lo miramos
desde la perspectiva del siglo XXI: una niña que firmó un contrato hasta su mayoría de edad que estuvo a punto de convertirse en vitalicio, alejada de sus padres a la que se le tiñó el pelo, se le vendó el pecho, se le operó la nariz y se le impedía salir de la casa o relacionarse con gente.
Durante muchos años Marisol triunfó dentro y fuera de nuestras fronteras, enamorando a un público que la seguía allá donde iba. Ella no quería ser una estrella, pero lo era, en España, en Rusia, en Latinoamérica y en casi todo el mundo.
Con los años, el filón de Marisol, se fue apagando con la madurez de la actriz y después de sucesivos fracasos en el cine y en el teatro, no lograría la repercusión merecida su digno trabajo en Los días del pasado (1976), que protagonizó junto a su entonces marido, Antonio Gades. Ya con el nombre de Pepa Flores, sus apariciones fueron cada vez más esporádicas hasta que en 1985 decide retirarse del cine y definitivamente de la vida pública.
Pocas artistas de nuestro país han alcanzado la tremenda fama que llegó a cosechar Marisol, a pesar de que ella nunca la anheló. Ahora, convertida en Pepa Flores disfruta de una plácida y anónima vida tal y como siempre deseó.
Una vida demasiado precoz, tortuosa, difícil y sobre todo triste a pesar de la imagen que proyectaba a la sociedad. En este nuevo episodio, Xavi nos transportará a los años sesenta y setenta para contarnos la vida y milagros de nuestra artista más famosa y a la vez tan desconocida para muchos de nosotros.
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